Representación heráldica
Memoria histórica redactada por ADOLFO CASTILLO GENZOR. Zaragoza, 1971.
Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y del Instituto “Salazar y Castro” La Heráldica representativa de un Municipio determinado esta respaldada, en cualquier caso, por el aval histórico de su pasado, y aunque su soporte sea en determinadas ocasiones el mito o la leyenda local, aun entonces la base de apoyo sigue siendo la Historia, pues solo cuando lo legendario es admitido por esta puede pretender su traducción en símbolo.
Los Blasones, por propia definición, son a modo de síntesis gráfica del pasado de quien los ostenta como Emblemas particulares. De ahí que el Escudo de Armas de índole municipal sugiera, necesariamente, una correlación entre el mismo y la personalidad pretérita de la localidad que lo usa como particular Divisa.
La Ley previene la facultad que las Corporaciones Locales tienen de poder adoptar sus propios Escudos tradicionales, sometiéndolos a la superior aprobación del gobierno de la Nación, y aun de crear tales símbolos adecuándolos a los precedentes históricos que cada Municipio deseara evocar. Naturalmente que con tales cautelas lo que busca al efecto la Administración del Estado es la deseada seriedad y garantía.
Se redacta, por tanto, la presente Memoria por encargo del Sr. Alcalde y Ayuntamiento de Figueruelas, y como el motivo de la misma no es otro que el de su incorporación al expediente incoado por el referido Concejo para recabar de la Superioridad la pertinente autorización del uso y utilización del Escudo Heráldico representativo de dicha localidad, nuestro presente estudio esta orientado a la referida finalidad.
Figueruelas desde muchos siglos atrás ostenta un Escudo de Armas privativo, aún antes que la mayoría de los Municipios Aragoneses, pero en virtud de su misma antigüedad tales Armas no reflejan la totalidad del pasado del pueblo, por detenerse su simbolismo más de cuatrocientos años atrás. Pero si convenimos en que un Escudo verdaderamente representativo no puede ni debe mutilar ninguna de las etapas históricas de la localidad que lo adopto, debemos previamente analizar su pretérito para que el conocimiento del mismo se reduzca al de los Blasones más apropiados a su propio entorno particular.
A pesar de las fantasías inventadas por los cronistas antiguos – sin que Zurita sea una excepción – los emblemas heráldicos no aparecen en Aragón, adornando los Sellos y Escudos Municipales, hasta finales del Siglo XII y comienzos del siguiente. Más dada su escasa transcendencia en lo puramente representativo y jurisdiccional, tales Escudos eran conocidos solamente en la limitada parcela geográfica donde ejercían su vigencia, y aun así con tal ignorancia de la época de su adopción y del verdadero “lenguaje histórico” que sus piezas heráldicas postulaban.
No es este, afortunadamente, el caso de Figueruelas, cabeza y capital de la Baronía de su nombre, que entraría en la orbita de las jurisdicciones señoriales, como tantos otros pueblos moriegos del Valle del Ebro, a raíz de su reconquista a los moros, que hay que datar, como la de Alagón, en 1119, pocos meses después del rescate de Zaragoza, la capital del Reino.
Entre los ricos hombres que acompañaron a Alfonso I el Batallador en aquella empresa destaca don Lope Garcés, que recibió del Rey en honor las dominicaturas de Alagón, Figueruelas y Pedrola, además de otros Estados territoriales en la vega del Jalón. Naturalmente, este primer Señor de Figueruelas lo fue en su calidad de representante de la Corona, y no como tal Dueño Temporal absoluto de la localidad, supuesto que los Señoríos exentos tendrían su aparición en Aragón un siglo después. Por esta causa no abriremos la historia de la Baronía de Figueruelas con don Lope Garcés, apodado el “Peregrino” – acaso por haberlo sido a Jerusalén, como tantos y tantos caballeros de la época -, sino con su bisnieto, DON LOPE FERRENCH DE LUNA, Ricohombre de Aragón, el cual acompaño a Pedro III, el Grande a la campaña de la conquista del Reino de Sicilia (1282). Este magnate era hijo de Doña María Fernández Lope Garcés. Si fue dicha dama la que llevo a don Lope de Luna el Señorío de Figueruelas, como parece presumible, resulta que la familia de los primeros “Tenentes de la Honor de Figueruelas” se convirtió después en la de sus Dueños hereditarios
No es titulo meramente conjetural por lo que abrimos el pasado de Figueruelas con don Lope Ferrench de Luna. Consta del testamento de su hermano mayor, don Artal, otorgado el 2 de octubre de la era de 1327, que los Luna estaban ya en posesión de la dominicatura de Alcalá de Ebro, y aunque no nombra la de Figueruelas la veremos aparecer en su patrimonio feudal, al ser transferido a su hermano y antecesor, don Lope.
Primera fase del Señorio de Figueruelas
Dominicatura de los Luna
Arranca históricamente del año 1279, en que su primer representante comprobado documentalmente, el ya nombrado don Lope Ferrench, asume la jefatura de la Casa de sus mayores, a la muerte sin sucesión de su hermano mayor don Artal. El periodo de su vigencia se clausura en el año 1429, exactamente, en que cesa por confiscación la continuidad de un Señorío territorial de los más antiguos de Aragón, a lo largo de estos ciento cincuenta años se sucederán hasta seis sucesivos titulares, o representantes, de la Dominicatura de Figueruelas, que llevaba anejo dentro de su jurisdicción territorial el pueblo de Cabañas de Ebro, su agregado, que sigue tanto antes como después sujeto a los mismos Dueños Temporales.
A titulo indicativo meramente los señalaremos a continuación, por la carga heráldica que para Figueruelas comporta el paso de estos Luna en el siglo y medio largo de su historia, supuesto que a sus Señores originales, y de mayor relieve, debe el pueblo la adopción de su más antiguo Escudo de Armas, como después veremos.
La serie de los Señores de Figueruelas, abierta por DON LOPE FERRENCHEZ (O FERRENCH) DE LUNA, será continuada por su hijo DON ARTAL DE LUNA, SEGUNDO Señor de Figueruelas hasta 1322, en que muere prematuramente en Sicilia, dejando como sucesor a su hijo DON LOPE DE LUNA, TERCER Señor DE Figueruelas, de Cabañas, de la Ciudad de Segorbe, que fue el magnate aragonés de mayor autoridad en todo el Reino durante la época de los reyes Alfonso IV el Ceremonioso, su hijo, casó en primeras nupcias con la infanta
doña Violante de Aragón, hija del rey Jaime II. Gustó de residir con su esposa en Pedrola y, en consecuencia, junto a Figueruelas, que a la sazón era un pequeño lugar amurallado y que estaba protegido por un castillo situado a alguna distancia del poblado, entre Grisén y Figueruelas. De las segundas bodas, que el Señor de Figueruelas contrajo con doña Brianda de Agoutt, sobrina del Papa Clemente V, nacería la cuarta Señora de Figueruelas, DOÑA MARÍA DE LUNA, que regiría el pueblo desde el año 1360, en que murió su padre, hasta su propio fallecimiento, acaecido en 1406 en el pueblo de Villarreal, cerca de Valencia. Sabido es su matrimonio con el infante don Martín de Aragón, Duque de Montblanch, quien ascendió al Trono de Aragón a la muerte de su hermano, don Juan I, en 1395. La circunstancia de que los cuartos Señores de Figueruelas fueran al mismo tiempo los soberanos de Aragón no representaría cambio jurisdiccional alguno para los figueruelanos, que como tales eran vasallos directos de la reina doña María, además de ser sus súbditos, La misma señora dejaría sus bienes, como simple particular, a su hijo el rey DON MARTÍN DE ARAGÓN, apodado “el Joven”, que moriría en sus Estados de la isla de Sicilia en 1409. El quinto Señor particular de Figueruelas no tuvo ningún hijo de su esposa doña María de Sicilia, razón por la cual nombró como heredero suyo a su hijo natural DON FADRIQUE DE ARAGÓN, Conde de Luna, y sexto Señor de Figueruelas, que había sido legitimado por el Papa Benedicto XIII, razón por la cual pretendió suceder en el Trono aragonés a su abuelo Martín I el Humano. Sabido es por la Historia el hecho de que en Caspe se resolvió contra sus pretensiones, lo que hizo que aceptase a regañadientes la nueva Dinastía de los Trastamara y de que se alzase en armas contra su primo Alfonso V de Aragón, quien le confiscaría todos sus bienes en el año 1429, en que termina la primera fase histórica del Señorío de Figueruelas. No fue ajeno a este levantamiento de don Fadrique el propio don Álvaro de Luna, Condestable de Castilla, también su pariente, a quien convenía debilitar el partido de los Trastamara en tierras castellanas.
Resaltar el hecho, ya indicado antes, de que con los Luna de Aragón comienza a establecerse en Figueruelas el primer balbuceo de una Heráldica Municipal propiamente dicha. La prueba irrebatible nos la ofrecerá el mismo Concejo de Figueruelas entre los años 1360 y 1429 en que el pueblo gozó de Escudo de Armas propio y diferenciado, en el cual se atendía a la doble condición de sus Señores históricos. No se conocía la existencia de este Escudo hasta que la matriz en bronce del mismo fue exhibida en una exposición sigiligráfica celebrada en Madrid en el siglo pasado. Sus dueños legales, los capitulares del Cabildo Metropolitano de Zaragoza, la habían hallado en sus archivos, y este fue el punto de partida para que luego se extendiera el conocimiento de su existencia por los medios eruditos de la nación. El Escudo de Armas de Figueruelas está catalogado con el número 266 en el Registro de Sellos medievales del Archivo Histórico nacional.
Dominicatura de los Luna
A su autoridad indiscutible nos remitimos como fuente probatoria indiscutible de su existencia. Naturalmente, en el exergo, o leyenda que lo circunda, no se cita el año de su utilización, por limitarse a la sola mención de la autoridad que lo empleaba. Era el siguiente: S (ello): DE: FIGUERUELAS. Más la época exacta de su eventual utilización se descubre por las piezas heráldicas del citado Escudo, que estaba formado por dos diferentes cuarteles. El de la derecha y principal llevaba una media luna o creciente, escaqueada o ajedrezada, con las puntas hacia abajo y llevando en la punta del Escudo una faja también escaqueada. En el cuartel del lado siniestro se hacía aparecer el Escudo de los Aragón-Sicilia, que el catálogo antedicho describe de manera imperfecta aunque ciertamente concluyente, al hablarnos de los bastones o palos de gules y a las águilas de Sicilia como sus elementos constitutivos. Tales Blasones, en la forma que van expresados, solo pueden corresponder a los Señores de Figueruelas que nosotros anotamos en los tres últimos lugares de la serie, es decir, a doña María de Luna, a su hijo don Martín de Aragón, el rey de Sicilia, o a su nieto don Fadrique de Aragón, Conde de Luna.
El Escudo, en consecuencia, puede datar desde la segunda mitad del siglo XIV, y extender su vigencia hasta el primer tercio del siglo XV, lo que significa una antigüedad bastante estimable para un pueblo de las reducidas dimensiones del de Figueruelas, cuyo vecindario entonces debió ser algo mayor que el que anotaremos en 1495, año en que por primera vez se intenta hacer el primer recuento oficial de la población censada de la región aragonesa. Porque hay que tener en cuenta que Figueruelas, como los demás pueblos del Reino, hubo de sufrir en 1350 el azote de la peste negra, del que nos hablan los cronistas como la plaga mayor que padecía Europa por culpa de una enfermedad importada por los navegantes italianos. Y sí a esta calamidad se une la de la guerra con Castilla sostenida por Pedro IV, a continuación, nada tiene de extrañar el que Figueruelas viera reducidos al mínimo los cuadros de su vecindario durante el dominio de los Luna-Aragón, en que veremos implicados a sus habitantes en continuas alteraciones a causa de la falta de agua para sus campos. La sed sempiterna de Figueruelas se apagaba en parte, como ahora, con las aguas del Jalón. Había constituida desde muy antiguo una hermandad de regantes con los de Oitura, Pedrola, Grisén, Cabañas, Alagón, Azuer, Alcalá y otros lugares circunvecinos. En 1326 los regantes de Oitura quieren aprovecharse de su condición de cabeceros para hurtar el agua a los colistas, por lo que Jaime II hubo necesariamente de intervenir para hacer entrar en razón a unos y otros.
Segunda fase del Señorio de Figueruelas
Dominicatura de Ariño
El advenimiento de los Antequera, y la desatendida rebelión de Don Fadrique de Aragón, crea para Figueruelas la primera eventualidad seria de su historia. Cambiar de amos siempre es cómodo, por aquello de que toda novedad presuponga ventaja, aunque después las esperanzas no se confirmen. Lo cierto es que al confiscar el Señorío a don Fadrique de Aragón, el rey don Alonso el Magnánimo no lo retuvo para sí mucho tiempo, por hacer donación del mismo a su Secretario DON FRANCISCO DE ARIÑO, Señor también de Maella, quien en el año 1430 inaugura la segunda y última serie dominical figueruelana, que no terminaría hasta cuatro siglos después, si bien habrá que considerar y tomar como verdadero tope de su extinción no el año 1812, en que la Dominicatura de la Baronia se extingue, sino bastante después, por la venta de las propiedades de este feudo.
Sería equivocado suponer que los Ariño se conservaron en el dominio y Señorío de Figueruelas hasta nuestros tiempos, pero si no ellos, sí su parentela y descendencia será la única que se encargará de suministrar los diferentes Señores del pueblo. A DON FRANCISCO DE ARIÑO sucedería su hijo DON MANUEL DE ARIÑO, segundo titular de la nueva estirpe; a este los diversos representantes, hasta llegar a DOÑA VICENCIA CLARA DE ARIÑO, cuarta nieta del Secretario de Alfonso V, que al casar con García Funes de Villalpando, Señor de Quinto, tendría como sucesor al fundador de la Casa de los Marqueses de Osera. Rebasa la índole de nuestro estudio seguir paso las incidencias de la sucesión señorial, que de los Osera pasaría a los Condes de Montijo, sus postreros derecho habientes, el último de los cuales sería don CIPRIANO DE PALAFOX, noveno Conde de Montijo y último Señor de Figueruelas.
Todos estos cambios de baronia no alteran la realidad de que los posteriores Dueños Temporales de Figueruelas lo fueron en virtud de su condición de sucesores de doña Vicencia Clara de Ariño, estirpe que debe estar por lo mismo involucrada en el Escudo de Figueruelas si queremos que este evoque la fisonomía histórica total del Municipio, que el Escudo primitivo no recoge. De ahí que al recibir el encargo de los actuales rectores del pueblo se tenga que recoger en la presente Memoria el recuerdo de un linaje de tanta estabilidad temporal en los anales de la localidad, teniéndolo bien en cuenta en el momento de diseñar los Blasones privativos del Municipio.
Para planificarlos y que resulten no solo genuinos, si no completos en su simbología, no podemos limitarnos a la exposición literal del Escudo usado hasta 1430. La historia posterior del Señorío puede y debe evocarse para que el Escudo de Armas que se pretende adoptar encuentren los habitantes del pueblo el recuerdo intacto de todas sus principales efemérides locales. Teniendo, por tanto, cuenta de cuentos elementos heráldicos postulan por intervenir en la verdadera y genuina Heráldica Municipal de Figueruelas promueve como más adecuado el Escudo de Armas siguiente:
Escudo terciado: Primer cuartel de plata, con creciente jaquelado de oro y sable y faja en la punta de lo mismo, que es luna. Segundo cuartel cuartelado en sotuer con las armas de Aragón – Sicilia. Tercer cuartel de plata, con tres lobos de sable, puestos en palo, que es Ariño. Timbra el escudo la Corona Real abierta o de ocho florones intercalados de una perla, ya queramos evocar la regia condición de algunos de sus señores temporales, y a la adscripción de Figueruelas a la corona Aragonesa.
Con lo anteriormente expuesto, creemos haber alcanzado las metas propuestas que constituyen el encargo y fundamento de la presente Memoria, en la que se expresa con bastante latitud el razonamiento lógico – histórico del Escudo que se propone, y que se ajusta en su simbolismo a la más correcta interpretación heráldica del pasado de Figueruelas.
No obstante, el Ayuntamiento de dicha localidad, a la vista de cuanto se expone, podrá resolver con verdadero conocimiento de causa.
En Zaragoza para Figueruelas, 18 de junio de 1971.
Firmado: Adolfo Castillo Genzor
Hay un sello impreso en tinta carmín que dice: “Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis Sobre el primer Escudo de armas de la Villa de Figueruelas, importa resaltar que con los Lunas de Aragón comienza a establecerse el primer balbuceo de una Heráldica Municipal propiamente dicha. La prueba irrebatible nos la ofrece el mismo Concejo de Figueruelas entre los años 1360 y 1429 en que el pueblo gozó de Escudo de Armas propio y diferenciado, en el que se tendía a la doble condición de sus señores históricos. No es conocido este Escudo hasta que la matriz en bronce del mismo fue exhibida en una exposición sigilográfica celebrada en Madrid en el siglo pasado. Sus dueños legales, los Capitulares del Cabildo Metropolitano de Zaragoza, lo habían hallado en sus archivos, y éste fue el punto de partida para que luego se extendiera el conocimiento de su existencia por los medios eruditos de la nación. De ahí que dicho Escudo de Armas de Figueruelas esté catalogado con el número 266 en el Registro de sellos medievales del Archivo Histórico Nacional. Ciertamente que en dicho sello no se especifica el año, sino solamente la siguiente leyenda: “ S(ello) : CONCELO :. DE :. FIGUERUELAS”.
Se desprende de los blasones de que consta el citado escudo, en la forma que van expresados, que solo pueden corresponder a los Señores de Figueruelas, es decir, a doña María de Luna, a su hijo don Martín de Aragón, rey de Sicilia, o a su nieto don Fadrique de Aragón, Conde de Luna.
El Escudo, en consecuencia, puede datar desde la segunda mitad del siglo XIV, y extender su vigencia hasta el primer tercio del siglo XV, lo que significa una antigüedad bastante estimable para un pueblo de las reducidas dimensiones de Figueruelas.
Hasta aquí hemos hablado, aunque sucintamente, de los Señores de Figueruelas, por los cuales se adoptaría el primer Escudo de Armas, pero posteriormente cambiaron con el advenimiento de los Antequera y la desatentada rebelión de don Fadrique de Aragón, que crea la primera eventualidad de Figueruelas.
En poder de don Fadrique, no estuvo mucho tiempo, porque el Rey don Alonso el Magnífico lo donó a su Secretario don Fadrique de Ariño. Con los Ariño y sus parentelas enlazaron ya con nuestros tiempos.
En el año 1971, el ayuntamiento inicia el preceptivo expediente para pedir la autorización Superior de adoptar su Escudo Heráldico y previos los trámites e informes pertinentes, el consejo de Ministros en su reunión del 22 de mayo de 1972, autorizó dicho escudo con las características que detalla en el decreto 1536-1972 del 2 de junio, que se copia: “……Se autoriza al Ayuntamiento de Figueruelas, de la provincia de Zaragoza, para adoptar su escudo heráldico municipal, que quedará organizado de la forma siguiente de acuerdo con el dictamen de la Real Academia de la Historia. Escudo terciario. Primero de plata, creciente jaqueado, de oro, y en punta. Faja de los mismo. Segundo, cuarteado de sotuer de oro, los cuatro palos de gules, dos águilas de sable. Tercero, de plata, tres lobos de sable, puestos en palo. Timbrado de corona real abierto….”
Las Armas de Figueruelas
Figueruelas, situado cerca de la margen derecha del Ebro y a poca distancia de la Vega del Jalón, tiene acreditado abolengo, tanto en el plano histórico como en el heráldico, por haber constituido, con el vecino lugar de Cabañas, uno de los Señoríos o Baronías de más lustre, no obstante la relativa insignificancia de su núcleo urbano. Repasar el pasado de Figueruelas es tanto como detenerse a analizar importantes sucesos de la historia aragonesa, con los cuales vio ligado este pueblo su propio destino.
En efecto, tanto Figueruelas como su aledaño Cabañas y su vecino Pedrola entran en la historia conocida de nuestro Reino a la sombra de uno de los más altos linajes aragoneses, la Casa de Luna, en cuya línea los “Ferrench” figura adscrito el Señorío de Figueruelas al iniciar el siglo XIV. Sabido es que el personaje más prominente de esta feudal familia en dicha época fue don Lope de Luna, que por su matrimonio con doña Violante de Aragón, hija de Jaime II, estaba estrechamente emparentado con Pedro IV el Ceremonioso. Sobrino carnal de don Lope fue don Pedro de Luna, primer Arzobispo de Zaragoza, uno de los magnates más poderosos de su tiempo, pues no fue solamente Señor de Figueruelas, sino que sus diferentes estados, tanto en Aragón como en Valencia, importaban gran número de poblaciones sobre las que el de Luna tenía el absoluto poder como dueño de las mismas. En el aspecto político, la personalidad de don Lope de Luna fue más sobresaliente aún, ya que figura como colaborador inmediato de Pedro IV, su pariente, acaudillándolo en las mesnadas reales en la lucha de este monarca contra la llamada “Unión Aragonesa”, derrotada ampliamente en Épila en 1348 por el Señor de Figueruelas. Esta resonante victoria valió a don Lope de Luna el título de Primer Conde de Luna, con lo cual se le confería una dignidad que hasta él había sido privativa de las personas de sangre real.
Conservó hasta su muerte, en 1360, el señorío de Figueruelas, que por su testamento de 1358 asignó como dote de su hija mayor doña María, la futura Reina de Aragón. Copio a continuación, por considerarlo de interés para la historia de Figueruelas, la cláusula testamentaria de don Lope, que dice textualmente:
“Ytem: Deseamos a la noble doña María de Luna, filla nuestra e de la dita doña Brianda, se apellidaba de Agout y era sobrina del Papa Clemente V, muller nuestra, por parte legítima de todos nuestros bienes muebles e sedientes los lugares nuestros de Figueruelas e de Lucenich.”
En virtud, pues, del casamiento de doña María de Luna con don Martín de Aragón, enlace que fue concordado entre Pedro IV y la Viuda de don Lope en la villa de Pertusa (Huesca) el 17 de julio de 1360, el lugar de Figueruelas se vincula al trono de Aragón. Pero no se confunde por eso con los demás dominios de la Corona, supuesto que doña María lo conservará como herencia familiar, al igual que todos los territorios paternos, que transmitirá en 1407, año de su muerte, a su hijo don Martín de Aragón y Luna, Rey de Sicilia, cuya prematura muerte en 1409 significará el ocaso político de la Casa Condal de Barcelona. Mas si la dinastía de los Berengueles ve en don Martín su próspero representante, por lo que toca a Figueruelas, no se interrumpe por ello la línea de sus señores, ya don Martín tenía un hijo natural, don Fadrique de Aragón, en cuyo favor testó, dejándole la herencia de su madre, doña María, así como el título de Conde de Luna.
Triste fue el destino del nuevo señor de Figueruelas, rival del de Urgel y de Fernando de Antequera, en el pleito dinástico que los compromisarios tuvieron en Caspe en el año 1412. Don Fadrique acató al principio la sentencia de Caspe, y hasta prestó el debido acatamiento al candidato triunfante, pero mal aconsejado por sus seguidores acabó por levantar el estandarte de la rebeldía, proceder que castigó Alfonso V de Aragón, confiscándole la totalidad de sus bienes, línea de sus señores, ya don Martín tenía un hijo natural, don Fadrique de Aragón, en cuyo favor testó, dejándole intacta la herencia de su madre, doña María, así como el título de Conde de Luna. Triste fue el destino del nuevo señor de Figueruelas, rival del de Urgel y de Fernando de Antequera, en el pleito dinástico que los compromisarios tuvieron en Caspe en el año 1412. Don Fadrique acató al principio la sentencia de Caspe, y hasta prestó el debido acatamiento al candidato triunfante, pero mal aconsejado por sus seguidores acabó por levantar el estandarte de la rebeldía, proceder que castigó Alfonso V de Aragón, confiscándole la totalidad de sus bienes, que pasaron así a disposición de la Corona. Con don Fadrique de Aragón, Conde de Luna, se clausura la brillantísima serie de Señores de Figueruelas, abierta a finales del año 1280, por su glorioso bisabuelo don Lope de Luna.
Con la aparición de la dinastía de los Antequera, la situación jurisdiccional de Figueruelas que conserva Alfonso V, cambia, ya que hace liberal donación a favor de don Francisco de Ariño, su Secretario y señor de Maella, el cual inaugura la segunda serie de dueños temporales de Figueruelas, que de hecho perdurará cuatro siglos aproximadamente, hasta que las Cortes de Cádiz de 1812 la abolieron de sus señoríos y los incorporan a la nación, en cuanto a política.
La descendencia varonil de don francisco de Ariño desaparece en el siglo XVI y va a parar a su cuarta nieta, doña Vicencia Clara de Ariño. Señora de las Baronías de Figueruelas y de Cabañas, contrae matrimonio con don García Funes de Villapando, señor de las Baronías de Quinto y Osera, fueron padres de don Juan Villapando y Ariño, primer Marqués de Osera en 1634.
La Casa de Ariño, había entroncado en 1477 con la estirpe de los Luna, el linaje de los primitivos Señores de Figueruelas, pues don Galecran de Ariño, bisabuelo de doña Vicencia Clara, contrajo en dicho año matrimonio con doña Maria Núñez Cabeza de Vaca y Luna, hija de doña Damiana de Luna.
La incorporación de Figueruelas a la Casa de Osera supone en realidad una tercera mutación histórica para la localidad, que no sería la definitiva, ya que también la progenie de los Villapando se afeminará a su vez en doña María Regalado de Villapando y Climente, novena señora de Figueruelas y cuarta Marquesa de Osera, quien por su matrimonio con don Cristóbal Portocarrero, se convierte también en Condesa de Montijo.
En esta prócer familia de los Montijo discurrirá vinculada la cuarta etapa jurisdiccional de Figueruelas, que finalizará con don Cipriano de Palafox, noveno conde de Montijo y señor de Figueruelas, padre de la célebre Eugenia de Montijo, Emperatriz de Francia.
La descendencia directa actual de los antiguos Señores de Figueruelas es la Duquesa de Alba. Alrededor de 1920, el palacio estaba destruido.
Las tierras del Señorío las vendieron los señores Bandrés y Monterde a los vecinos del pueblo.